Visiblemente frustrado por la escasa asistencia, el presidente de ATME no dudó en lanzar duras críticas hacia aquellos que no se unieron a la manifestación ni forman parte de la asociación. “Cobardes” y “avestruces” fueron solo algunos de los calificativos utilizados, en una alocución que dejó atónitos a muchos de los que vieron su discurso en un vídeo difundido en YouTube. “Estoy cansado de los canales de redes sociales que nos acusan de no hacer nada. Dicen que nos olvidamos del personal de tropa que van a despedir a los 45 años”, espetó con dureza, generando una ola de comentarios de desaprobación.

El líder no se detuvo ahí. Arremetió contra aquellos militares que, según él, se creen "Rambos" pero se convierten en los más cobardes cuando se trata de defender sus derechos. “Hay muchos compañeros que esconden la cabeza como una avestruz por no atreverse a defender sus derechos. Hay una cobardía absoluta a la hora de dar la cara”, sentenció, sus palabras cargadas de un enfado palpable.

Esta retórica feroz ha sido recibida con una mezcla de indignación y tristeza dentro de la comunidad militar. Muchos consideran que, lejos de unir, estas palabras solo siembran discordia y desaliento. En un momento en que la cohesión y el apoyo mutuo son esenciales, la actitud agresiva del presidente de ATME parece desentonar con los valores de compañerismo y respeto que deberían prevalecer.

Las redes sociales, que el presidente tanto criticó, han sido un reflejo del descontento. Los comentarios apuntan a una falta de empatía y comprensión hacia aquellos que, por diversas razones, no pudieron estar presentes en la manifestación. "No todos pueden permitirse el lujo de faltar a sus deberes familiares o arriesgar su puesto de trabajo", comentó un militar anónimamente. "Necesitamos un liderazgo que entienda nuestras realidades, no que nos insulte".

El discurso del presidente de ATME ha puesto de manifiesto una profunda división dentro de las filas militares. En lugar de fomentar el diálogo y la solidaridad, sus palabras han levantado barreras de resentimiento y desconfianza. En la lucha por los derechos y las mejoras laborales, es fundamental recordar que la verdadera fuerza radica en la unidad y el respeto por las diferentes opiniones. Un líder debe inspirar, no dividir; debe ser la voz de todos, no solo de aquellos que le siguen sin cuestionarle.

En el eco de sus palabras, queda la lección de que la valentía no se mide solo en el campo de batalla, sino también en la capacidad de escuchar, comprender y buscar la unidad. Porque en la defensa de los derechos, nadie debería ser llamado cobarde por tener miedo; el verdadero coraje reside en reconocerlo y seguir adelante, juntos.